lunes, 30 de marzo de 2015

Ruta Hernandiana 2015

 Ruta Hernandiana 2015 (73 aniversario de la muerte de Miguel Hernández)

Domingo 29 de marzo de 2015, como de costumbre nos reunimos en el Hospital general.

Llego sobre las 9:15, ya hay algunos participantes esperando, espero que no fallen muchos por el cambio de horario.

En todas las rutas que organizo tengo la costumbre de compartir con todos los asistentes unas galletitas y un vinito moscatel, entre galletita y vinito voy informando de la ruta y hago la foto de familia.

A las 9:45h los 50 asistentes que estamos en el punto de salida empezamos a pedalear con dirección al carril bici de la mota del río

Me sorprende el ritmo tan rápido que llevamos y sobre todo la ausencia de caídas, como ya sabemos el bordillo del carril bici es el peor enemigo del ciclista.

En el cruce con Beniel paramos para reagruparnos y tomar un bocado, también aprovechamos para reparar alguna bici.

Seguimos pedaleando a buen ritmo y lo más importante, disfrutando de la charla con el resto de participantes

Llegamos a Orihuela a la hora más o menos prevista, la primera parada la hacemos en la casa donde vivió Ramón Sijé, aquí se explica el motivo de la parada y algunos compañeros nos recitan poemas de Miguel Hernández.

Casa Ramón Sijé
José Marín Gutiérrez (Ramón Sijé) fue el "compañero del alma" de Miguel Hernández. Fundó y dirigió la revista El Gallo Crisis. Tras su prematura muerte, el poeta le dedicó la famosa “Elegía”, incluida en su libro El rayo que no cesa. En esta casa tenía la familia Marín-Gutiérrez una tienda de tejidos en la que, según algunos críticos, en junio de 1932, trabajó Miguel Hernández.

La segunda parada la hacemos a unos metros de la anterior, aquí se encuentra el lugar donde Miguel Hernández fue reconocido y arrestado, después de hablar de tan trágico suceso, y como en la casa donde vivió Ramón Sijé recitamos unos poemas de nuestro gran poeta.

En esta zona fue reconocido y arrestado
El día 28 de septiembre de 1939 Miguel Hernández regresó a Orihuela a ver a su mujer y a su hijo. Acababa de salir de comer de casa de los padres de su amigo Ramón Sijé y fue un oficial del juzgado municipal de Orihuela, conocido como "El pata gorda” quien lo reconoce y delata y la Policía lo detiene. El día 29 ingresa en la Prisión del Seminario de San Miguel de Orihuela.

Seguimos pedaleando entre callejuelas hasta llegar a la calle de Miguel Hernández, donde se encuentra la Tahona de Carlos Fenoll, aquí recitamos la segunda elegía de Ramón Sijé, dedicada por Miguel Hernández a Josefina Fenoll, antigua novia de Ramón Sijé.

La tahona de Carlos Fenoll
Carlos Fenoll fue un gran amigo de Miguel Hernández y de Ramón Sijé. Se le conoce como el panadero-poeta. Su tahona fue lugar de reunión del llamado “Grupo de Orihuela”, formado por Miguel Hernández, Ramón Sijé y Carlos Fenoll, a los que pronto se unieron Jesús Poveda, José María Murcia Bascuñana, Antonio Gilabert, Efrén Fenoll y Manuel Molina. Miguel Hernández dedica su segunda elegía de Ramon Sijé a Josefina Fenoll, antigua novia de Ramón Sijé.

Pedaleando los pocos metros que nos separan de la Casa Museo de Miguel Hernández, aquí unos visitan la Casa-Museo, otros toman un refrigerio y otros recitas poemas del poeta.

Casa Museo Miguel Hernández
Aquí vivió con sus padres y hermanos desde 1914 hasta 1934, año en que marchó por segunda vez a Madrid. Se trata de una vivienda de principios del siglo XX con explotación ganadera, un patio y un pequeño huerto del que aún se conservan tres higueras y una morera originales.

La siguiente visita la realizamos al Colegio de Santo Domingo (por cierto, desde hace un par de días cobran por la visita) y Escuelas del Ave María, aquí estudia Miguel Hernández desde 1920 hasta 1923.

Colegio de Santo Domingo. Escuelas del Ave María
Anexas al Colegio de Santo Domingo se ubicaban las Escuelas del Ave María, donde estudió el poeta desde 1920 hasta 1923. En el curso 1924-1925 Miguel Hernández se incorporó al colegio de Santo Domingo, donde también estudiaba Ramón Sijé, más tarde gran amigo suyo.

Después de esta visita hacemos una parada para comer, durante la comida comentamos la ruta y algunos nos lanzamos a recitar poemas de Miguel Hernández.

La última visita la hacemos a las Pinturas Murales del Barrio de San Isidro donde este año se vuelven a pintar más murales y rehabilitar otros.

Pinturas murales del Barrio de San Isidro
En 1976, en plena transición política, se realizó en el barrio oriolano de San Isidro el “Homenaje de los Pueblos de España” a Miguel Hernández, con la participación de importantes músicos, escritores y pintores. En 2012, aprovechando la conmemoración del 70 aniversario de la muerte del poeta, se procedió a la recuperación de algunos de aquellos murales y a la creación de otros nuevos por un amplio grupo de artistas, mayoritariamente locales, convirtiéndose el lugar en un verdadero museo pictórico al aire libre.

Después de pasear por el barrio de San Isidro y contemplar sus Murales seguimos pedaleando, aunque en esta ocasión con dirección a Murcia, primero por la mota del río hasta enlazar con la Vía Amable de Alquerias y desde aquí hasta Murcia donde damos por finalizada la Ruta Hernandiana



Miguel Hernández (1910-1942)
P O E M A S


 A LA LUNA VENIDERA


A la luna venidera
te acostarás a parir
y tu vientre irradiará
la claridad sobre mí.


Alborada de tu vientre,
cada vez más claro en sí,
esclareciendo los pozos,
anocheciendo el marfil.


A la luna venidera
el mundo se vuelve a abrir.


ACEITUNEROS


Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?


No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.


Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.


Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.


Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?


Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.


No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.


Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.


¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!


Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?


Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.


Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.


VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN


Vientos del pueblo me llevan, 
vientos del pueblo me arrastran, 
me esparcen el corazón 
y me aventan la garganta.


Los bueyes doblan la frente, 
impotentemente mansa, 
delante de los castigos: 
los leones la levantan 
y al mismo tiempo castigan 
con su clamorosa zarpa.


No soy un de pueblo de bueyes, 
que soy de un pueblo que embargan 
yacimientos de leones, 
desfiladeros de águilas 
y cordilleras de toros 
con el orgullo en el asta. 
Nunca medraron los bueyes 
en los páramos de España.


¿Quién habló de echar un yugo 
sobre el cuello de esta raza? 
¿Quién ha puesto al huracán 
jamás ni yugos ni trabas, 
ni quién al rayo detuvo 
prisionero en una jaula?


Asturianos de braveza, 
vascos de piedra blindada, 
valencianos de alegría 
y castellanos de alma, 
labrados como la tierra 
y airosos como las alas; 
andaluces de relámpagos, 
nacidos entre guitarras 
y forjados en los yunques 
torrenciales de las lágrimas; 
extremeños de centeno, 
gallegos de lluvia y calma, 
catalanes de firmeza, 
aragoneses de casta, 
murcianos de dinamita 
frutalmente propagada, 
leoneses, navarros, dueños 
del hambre, el sudor y el hacha, 
reyes de la minería, 
señores de la labranza, 
hombres que entre las raíces, 
como raíces gallardas, 
vais de la vida a la muerte, 
vais de la nada a la nada: 
yugos os quieren poner 
gentes de la hierba mala, 
yugos que habéis de dejar 
rotos sobre sus espaldas.


Crepúsculo de los bueyes 
está despuntando el alba.


Los bueyes mueren vestidos 
de humildad y olor de cuadra; 
las águilas, los leones 
y los toros de arrogancia, 
y detrás de ellos, el cielo 
ni se enturbia ni se acaba. 
La agonía de los bueyes 
tiene pequeña la cara, 
la del animal varón 
toda la creación agranda.


Si me muero, que me muera 
con la cabeza muy alta. 
Muerto y veinte veces muerto, 
la boca contra la grama, 
tendré apretados los dientes 
y decidida la barba.


Cantando espero a la muerte, 
que hay ruiseñores que cantan 
encima de los fusiles 
y en medio de las batallas.


SENTADO SOBRE LOS MUERTOS


Sentado sobre los muertos 
que se han callado en dos meses, 
beso zapatos vacíos 
y empuño rabiosamente 
la mano del corazón 
y el alma que lo sostiene.


Que mi voz suba a los montes 
y baje a la tierra y truene, 
eso pide mi garganta 
desde ahora y desde siempre.


Acércate a mi clamor, 
pueblo de mi misma leche, 
árbol que con tus raíces 
encarcelado me tienes, 
que aquí estoy yo para amarte 
y estoy para defenderte 
con la sangre y con la boca 
como dos fusiles fieles.


Si yo salí de la tierra, 
si yo he nacido de un vientre 
desdichado y con pobreza, 
no fue sino para hacerme 
ruiseñor de las desdichas, 
eco de la mala suerte, 
y cantar y repetir 
a quien escucharme debe 
cuanto a penas, cuanto a pobres, 
cuanto a tierra se refiere.


Ayer amaneció el pueblo 
desnudo y sin qué comer, 
y el día de hoy amanece 
justamente aborrascado 
y sangriento justamente. 
En su mano los fusiles 
leones quieren volverse: 
para acabar con las fieras 
que lo han sido tantas veces.


Aunque le faltan las armas, 
pueblo de cien mil poderes, 
no desfallezcan tus huesos, 
castiga a quien te malhiere 
mientras que te queden puños, 
uñas, saliva, y te queden 
corazón, entrañas, tripas, 
cosas de varón y dientes. 
Bravo como el viento bravo, 
leve como el aire leve, 
asesina al que asesina, 
aborrece al que aborrece 
la paz de tu corazón 
y el vientre de tus mujeres. 
No te hieran por la espalda, 
vive cara a cara y muere 
con el pecho ante las balas, 
ancho como las paredes.


Canto con la voz de luto, 
pueblo de mí, por tus héroes: 
tus ansias como las mías, 
tus desventuras que tienen 
del mismo metal el llanto, 
las penas del mismo temple, 
y de la misma madera 
tu pensamiento y mi frente, 
tu corazón y mi sangre, 
tu dolor y mis laureles. 
Antemuro de la nada 
esta vida me parece.


Aquí estoy para vivir 
mientras el alma me suene, 
y aquí estoy para morir, 
cuando la hora me llegue, 
en los veneros del pueblo 
desde ahora y desde siempre. 
Varios tragos es la vida 
y un solo trago es la muerte.


NANAS DE LA CEBOLLA


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.


En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.


Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.


Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.


Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.


Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.


La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!


Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.


Miguel Hernández (1910-1942)
(1942-2015) 73 aniversario de su muerte

2 comentarios:

  1. Una ruta para no perdersela, y voy yo y se me escapaaaaaaa, pero cuando no pue ser, no pue ser, en otra será. Un saludico.

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    1. La verdad es que te perdiste una ruta esplendida en todos los aspectos, el tiempo magnifico y la compañía insuperable. Pasamos un día entre pedaleo y poesía muy, muy bueno. Solo decirte que el año que viene volveremos a hacer la ruta, ya te lo recordare.
      Salud y poesía!
      Juan.

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