Un niño que en los sesenta no tenía bici
No era nadie, como Ulises, como yo.
Mis amigos me llamaban Ulises
Porque no era nadie
Y me enamoraba de las bicis
De los demás, las tomaba prestadas,
Las cabalgaba, era un libertino.
Pero fui más dichoso.
A mí siempre me esperaba
Su resurrección de asfalto
En el pensamiento, en el sueño.
Una bici que me acariciaba
La mejilla y me tomaba de la mano
Y veíamos el mundo nuevo,
Azul y transparente.
Se llamaba Cándida, como yo,
Y siempre me estuvo esperando
En cada rincón
En cada puerto.
Y yo fui su cómplice crápula
Perdido en el mar,
Esperando también su quimera.
(Francisco Morales del libro Poetas en Bicicleta. Editado por Editorial Nuño de Sevilla
y los autores han sido seleccionados por Francisco Vélez Nieto y Fran Nuño)
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