Ya a las 9:45 el número de participantes ronda los 50, tomamos unas galletitas con mistela, nos hacemos la foto de familia y damos algunas recomendaciones sobre la ruta.
Empezamos pedaleando hacia la mota del rio, que seguimos hasta Orihuela, no sin antes hacer alguna que otra parada tecnica, en este tramo se nos unen algunos rezagados.
Bueno lo del carril bici de la mota del rio no tiene nombre!!! Ya hemos denunciado en más de una ocasión que dicho carril es estrecho y sobre todo lo del bordillo (más que bordillo habría que decir borde) que hace que mas de un ciclista caiga por su culpa.
Varios de los compañeros que participan en nuestra ruta han tenido caídas producidas por el denominado bordillo asesino del carril bici, aunque estas lesiones han sido unos pequeños roces en codos y rodillas.
Desde aquí hago un llamamiento al Ayuntamiento de Murcia, a la Oficina de la Bicicleta, a la Confederación Hidrográfica del Segura o a quien corresponda para que de una vez por todas se solucione este gran problema denunciado en muchas ocasiones.
Una vez en Orihuela hacemos las visitas por nuestra cuenta, ya que debido a los recortes han decidido cobrar tres euros por persona si se quiere disponer de guía turística
La primera visita la hacemos a la Casa donde vivió Ramón Sijé, aquí colocamos una nota donde se recuerda este hecho, en este momento algunos participantes recitamos la famosa elegía que Miguel Hernández dedico a su amigo del alma.
Casa Ramón Sijé
José Marín Gutiérrez (Ramón Sijé) fue el "compañero del alma" de Miguel Hernández. Fundó y dirigió la revista El Gallo Crisis. Tras su prematura muerte, el poeta le dedicó la famosa “Elegía”, incluida en su libro El rayo que no cesa. En esta casa tenía la familia Marín-Gutiérrez una tienda de tejidos en la que, según algunos críticos, en junio de 1932, trabajó Miguel Hernández.
La segunda parada la hacemos en la zona donde Miguel Hernández fue reconocido y arrestado, aquí como en el anterior volvemos a poner una nota donde se recuerda este suceso, en ninguno de estos dos lugares han puesto placa alguna. Se recitan algunos poemas de Miguel Hernández
En esta zona fue reconocido y arrestado
El día 28 de septiembre de 1939 Miguel Hernández regresó a Orihuela a ver a su mujer y a su hijo. Acababa de salir de comer de casa de los padres de su amigo Ramón Sijé y fue un oficial del juzgado municipal de Orihuela, conocido como "El pata gorda” quien lo reconoce y delata y la Policía lo detiene. El día 29 ingresa en la Prisión del Seminario de San Miguel de Orihuela.
La tercera visita corresponde a la Tahona de Carlos Fenoll, en esta ocasión no es necesario poner ninguna nota ya que en este y en el resto de lugares que visitamos el Ayuntamiento si ha puesto unas placas. Recitamos la segunda elegía de Ramón Sijé dedicada por Miguel Hernández a Josefina Fenoll, antigua novia de Ramón Sijé.
La tahona de Carlos Fenoll
Carlos Fenoll fue un gran amigo de Miguel Hernández y de Ramón Sijé. Se le conoce como el panadero-poeta. Su tahona fue lugar de reunión del llamado “Grupo de Orihuela”, formado por Miguel Hernández, Ramón Sijé y Carlos Fenoll, a los que pronto se unieron Jesús Poveda, José María Murcia Bascuñana, Antonio Gilabert, Efrén Fenoll y Manuel Molina. Miguel Hernández dedica su segunda elegía de Ramon Sijé a Josefina Fenoll, antigua novia de Ramón Sijé.
La cuarta visita corresponde a la Casa Museo de Miguel Hernández, donde vivió desde 1914 hasta 1934, aquí aprovechamos esta parada para tomar un refrigerio mientras nuestro compañero Pedro recita las Nanas de la Cebolla y otros participantes recitan otros poemas de Miguel Hernández.
Casa Museo Miguel Hernández
Aquí vivió con sus padres y hermanos desde 1914 hasta 1934, año en que marchó por segunda vez a Madrid. Se trata de una vivienda de principios del siglo XX con explotación ganadera, un patio y un pequeño huerto del que aún se conservan tres higueras y una morera originales.
La quinta visita la realizamos al Colegio de Santo Domingo y Escuelas del Ave María, aquí estudia Miguel Hernández desde 1920 hasta 1923.
Colegio de Santo Domingo. Escuelas del Ave María
Anexas al Colegio de Santo Domingo se ubicaban las Escuelas del Ave María, donde estudió el poeta desde 1920 hasta 1923. En el curso 1924-1925 Miguel Hernández se incorporó al colegio de Santo Domingo, donde también estudiaba Ramón Sijé, más tarde gran amigo suyo.
Terminada esta visita hacemos una parada para comer, durante la comida comentamos la ruta y algunos nos lanzamos a recitar poemas de Miguel Hernández. Después de esta parada seguimos con las visitas.
La sexta visita la hacemos a la Casa Natal de Miguel Hernández, la casa sigue sin inaugurar, parece que por problemas entre constructor y Ayuntamiento. De cualquier forma y como ya he comentado en alguna ocasión la casa parece un garaje en vez de una vivienda unifamiliar. Recitamos unos poemas de Miguel Hernández.
Casa Natal Miguel Hernández
Lugar donde nació el poeta el 30 de octubre de 1910. Aquí vivió hasta los cuatro años. En 1914 sus padres deciden trasladar su domicilio a una casa más amplia, ubicada en la Calle de Arriba (actualmente, Casa Museo Miguel Hernández).
La séptima y última visita la hacemos a las Pinturas Murales del Barrio de San Isidro donde este año se vuelven a pintar más murales y rehabilitar otros.
Pinturas murales del Barrio de San Isidro
En 1976, en plena transición política, se realizó en el barrio oriolano de San Isidro el “Homenaje de los Pueblos de España” a Miguel Hernández, con la participación de importantes músicos, escritores y pintores. En 2012, aprovechando la conmemoración del 70 aniversario de la muerte del poeta, se procedió a la recuperación de algunos de aquellos murales y a la creación de otros nuevos por un amplio grupo de artistas, mayoritariamente locales, convirtiéndose el lugar en un verdadero museo pictórico al aire libre.
Una vez terminadas las visitas, seguimos la ruta, aunque ahora con dirección a Murcia por la mota del río, una vez en Murcia damos por finalizada la Ruta Hernandiana
EL NIÑO YUNTERO
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
EL HERIDO
Para el muro de un hospital de sangre.
I
Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
CANCIÓN ÚLTIMA
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
SENTADO SOBRE LOS MUERTOS
Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo sostiene.
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.
Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.
Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué comer,
y el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse:
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.
Aunque le faltan las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.
Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.
Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.
AUSENCIA EN TODO VEO
Ausencia en todo veo:
tus ojos la reflejan.
Ausencia en todo escucho:
tu voz a tiempo suena.
Ausencia en todo aspiro:
tu aliento huele a hierba.
Ausencia en todo toco:
tu cuerpo se despuebla.
Ausencia en todo pruebo:
tu boca me destierra.
Ausencia en todo siento:
ausencia, ausencia, ausencia.
EL AZAHAR DE MURCIA
El azahar de Murcia
y la palmera de Elche
para exaltar la vida
sobre tu vida ascienden.
El azahar de Murcia
y la palmera de Elche
para seguir la vida
bajan sobre tu muerte.
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