Félix Girola recorre las calles de La Habana pedaleando a la
altura de un segundo piso. Prepara ahora un nuevo rodado que lo eleve hasta los
ocho metros.
Las calles estrechas del centro de La Habana intimidan a
muchos ciclistas con sus baches, motos, peatones imprudentes y gigantescos
automóviles estadounidenses de los años 50 que obstruyen el tránsito. No a Félix
Guirola, quien las recorre todos los días en una bicicleta de cuatro metros,
construida por él mismo.
Montado en su bici, este intrépido cubano mira desde arriba
incluso a camiones y autobuses y no usa casco ni nada que lo ayude a atenuar
los golpes si se cae. Los transeúntes y vecinos no salen de su asombro cuando
lo ven pasar, pero Guirola aseguró con una sonrisa que para él es algo normal.
"Me siento bien en la altura, no me da náusea, ni
mareo, nada de eso", explicó el hombre de 48 años. "Allí arriba
diviso mejor el paisaje, me siento relajado. Hay mucho aire, lo respiro y me
siento más libre. Sencillamente me gusta".
Desde que vendió su casa en Ciego de Avila, ciudad a unos
550 kilómetros al este de La Habana, y se vino a la capital en noviembre
pasado, el curioso espectáculo de verlo pedaleando por las calles habaneras al
nivel del segundo piso de los apartamentos se convirtió en un hecho cotidiano.
Más información: infobae
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