Queridos Reyes Magos,
en primer lugar, quiero agradeceros sinceramente que, aunque estéis muy
ocupados repartiendo regalos, os hayáis acordado de los míos en estos últimos
años.
Hace dos años me trajistéis la bicicleta. Pero como leía en los periódicos a
los portavoces de los grupos ciclistas de mi ciudad diciendo que era muy
peligroso usarla, preferí dejarla aparcada hasta que, como ellos decían, los
Reyes Magos nos resolviera el problema de la falta de un lugar por donde
circular. Y así, continué yendo a pie y/o en bus a mis destinos cotidianos.
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